Los niños prehistóricos, no eran invisibles en el grupo, contaban con momentos de socialización, exploración y de juegos.
Y cuando su adiós se precipitaba, el dolor del grupo quedaba inmortalizado en el cuidado e inmortalidad de sus enterramientos y ajuares.
Los niños no eran solo observadores en la vida comunitaria, si no que tenían roles activos en la transmisión y perpetuación de patrones culturales. A través de los rituales de iniciación, se les introducía en las responsabilidades de su sociedad, marcando su transición hacia la adultez.
La Prehistoria se caracterizó por el desarrollo de la tecnología ( herramientas y armas) para la caza y la recolección, la pesca, la agricultura y otras actividades.
Durante la Prehistoria se destacó el arte rupestre, la fabricación de estatuillas y cermámicas, los asentamientos sedentarios y los cementerios.
Los juguetes de los niños podían ser objetos o muñecos realizados con materias vegetales o animales, pero su principal juego podía ser observar a los adultos para aprender sus técnicas para la vida ( reconocer huellas de animales, identificar plantas comestibles, reconocer plantas medicinales, etc… )